AUTONOMÍAS

El 15% de las viviendas de Santiago registran altos índices de radón

En España no hay una legislación que exija controles sobre su existencia

Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Un estudio efectuado por la Universidad de Santiago y miembros del hospital coruñés Juan Canalejo demuestra que el 15% de las viviendas de la capital gallega tienen un índice de radón superior al permitido, que se establece en 200 en toda la Unión Europea. Los expertos piden que se clarifique en una normativa la exigencia de efectuar controles en las casas para determinar y prevenir la presencia de este gas.

Marisa Prado
Santiago

La Universidad de Santiago, en colaboración con el hospital coruñés Juan Canalejo, ha llevado a cabo un estudio para medir el grado de contaminación por radón que poseen las casas de la capital gallega. Según las conclusiones del estudio, el 15% de las viviendas superan con creces los índices permitidos de contaminación por este elemento químico, una circunstancia que puede llevar consigo que los habitantes de estos pisos lleguen a padecer cáncer de pulmón.
Otra de las conclusiones a las que llega el estudio efectuado para elaborar el mapa de contaminación por radón de los domicilios gallegos es que el radón que se encuentra en las viviendas es consecuencia de la exhalación que se produce desde el subsuelo en el que ha sido levantada la edificación, sobre todo, si el terreno es rico en uranio, elemento originario de este gas.
Los expertos afirman que los materiales empleados para la construcción de la vivienda no son significativos a la hora de contribuir a la contaminación de la casa. De hecho, y como ejemplo clarificador en una vivienda fabricada en piedra, ésta únicamente supone el 15% ó 20% del total de la concentración de radón dentro del domicilio, y esa cifra siempre considerada como el parámetro más alto que puede alcanzar de radiación. Pero, las casas de piedra no son las únicas que pueden acumular este tipo de gas contaminante.
El radón se mide a partir de becquerelios por metro cúbico, y la medida permitida varía dependiendo del país, e incluso del continente que se estudie. Así, mientras que en Europa la normativa especifica que el nivel de radón a partir del cual se pueden empezar a dar problemas de salud se establece en 200 becquerelios por metro cúbico para las edificaciones de nueva construcción y 400 para las antiguas, en Estados Unidos no pueden superar los 148.
Si se evalúan estas cifras y los datos aportados por los miembros de la unidad de Medicina Preventiva de la Universidad de Santiago, se concluye que el 15% de las viviendas investigadas en la capital gallega superan con creces los 200 becquerelios. De hecho, en el estudio se constata que existen viviendas que tienen 545 becquerelios, en otra se detectó más de 335 y el 2% superaba los 400, siendo ese 15% la media de la zona de Compostela, ya que la concentración de gas oscila entre el 7% y el 19%, dependiendo de los lugares en que se produjo la medición.
En los estudios efectuados hasta el momento, se explica que es una situación de alto riesgo cuando en una ciudad el 10% de las viviendas supera los índices recomendados, lo que ocurre en Santiago.
Según los datos manejados por los responsables del estudio, el 27% de los enfermos de cáncer de pulmón que aparecieron en Santiago en la década de los noventa, residían en viviendas donde el índice de radón acumulado en ellas superaba los 148 becquerelios y señalan que el 9% de los casos se podían atribuir a la permanencia de este gas en las casas.
Mientras que España no cuenta con una legislación clara al respecto, en otros países de nuestro entorno ya comienzan a aparecer empresas que se dedican exclusivamente a prevenir o reducir la existencia de este gas en los inmuebles.
A pesar de la ausencia de una normativa que ponga fin a esta situación, en nuestro país está previsto que se legisle para delimitar las zonas de bajo, medio y alto riesgo de existencia de gas radón, una circunstancia que permitirá que en las viviendas de nueva construcción se puedan realizar las previsiones oportunas con un bajo coste y en las antiguas hacerlo gracias a la sofisticación de la maquinaria existente.
Los expertos piden que se lleve a cabo un nuevo ordenamiento de la calidad de la vivienda, así como de las normas de construcción, además de entender que deben exigirse certificaciones de reducción de radón que indiquen que la construcción no supera los índices permitidos.