Nino Olmeda
La Diputación Permanente de la Cámara de Madrid se ha transformado en el campo de batalla de las próximas guerras políticas en la región
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Las cosas se van aclarando en la Asamblea de Madrid, una vez que los diputados tránsfugas, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, se convirtiesen en parlamentarios de pleno derecho, después de acudir al pleno previsto inicialmente sólo para poner nombre y apellidos a los miembros de la Diputación Permanente.
Su llegada al Legislativo autonómico provocó no sólo la presencia de numerosos medios de comunicación, sino también una extraña sensación: a partir de ahora todo dejará de ser tan burdo como hasta la fecha para dar paso a la sutileza. Como señala el diccionario, lo burdo es tosco, basto y grosero. Así se ha visto todo lo que ocurrido en la Cámara regional desde que el 10 de junio, fecha de constitución del Parlamento madrileño, dos parlamentarios de la lista encabezada por Rafael Simancas, secretario general de la FSM, decidiesen ausentarse del pleno para no votar al candidato socialista a la presidencia de la Asamblea de Madrid, Francisco Cabaco. La elegida, Concepción Dancausa, lo fue con los votos de su partido, el PP, y la indignación del PSOE e IU. A partir de ese momento, se produjeron una serie de actuaciones y declaraciones que desembocaron en un fuego cruzado de querellas criminales entre unos y otros.
Las tramas denunciadas por socialistas y populares llevan a la ciudadanía a la conclusión de que entre tanta grosería es difícil separar la paja del trigo. Dentro de un esquema burdo, diseñado para crear desconfianzas mutuas entre todos, lo más razonable es que Tamayo y Sáez no hubiesen aparecido en el pleno, ya que si sus intenciones persiguen que no gobierne la izquierda, lo mejor hubiese sido desaparecer para posibilitar la disolución de la Cámara regional y la convocatoria de unos nuevos comicios. Parece lógico. Pero no, se presentaron, prometieron sus cargos y consiguieron no sólo ser abucheados por sus ex compañeros de partido, sino también entrar a formar parte del Grupo Mixto y Tamayo, en concreto, convertirse en el fiel de la balanza de las decisiones que tome a partir de ahora la Diputación Permanente.
Lo que empieza a suceder es más sutil: agudo, perspicaz e ingenioso. La Diputación Permanente (integrada por 18 miembros del PP, 15 del PSOE, 3 de IU y Tamayo), se ha transformado en el campo de batalla donde se llevarán a cabo las próximas guerras. Populares y mixtos votaron conjuntamente, lo que provocó la denuncia del tandem PSOE-IU por considerarlo excesivamente sospechoso y un indicio de que los populares y los tránsfugas se entienden.