Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Real como la vida misma: cualquier político que se precie necesita una “corte” para esce-nificar su poder y mando. La tiene Esperanza Aguirre: Ignacio González, Francisco Granados, Juan José Güemes, Isabel Gallego o, incluso, Manuel Pizarro forman parte de ella. Asimismo, Alberto Ruiz Gallardón, que siempre acompaña sus pasos, institucionales y políticos, de Manuel Cobo, Pilar Martínez, Pedro Calvo y de esa eterna sombra llamada Marisa González. Y la tuvo un Rafael Simancas que encontró sus almas gemelas en Ruth Porta o Antonio Romero. Tomás Gómez no podía ser menos, y el líder al que hace un año se le intuía sin equipo propio, ha encontrado ya su propia “corte de los milagros”. El veterano Eduardo Sotillos se ha convertido en pieza indispensable del engranaje del nuevo secretario general del PSM, que consulta cada uno de los detalles de sus puestas en escena, por nimias que éstas sean, con quien fuera portavoz del Gobierno de Felipe González. En un segundo plano, pero siguiendo también al milímetro los pasos del líder del socialismo madrileño, está Enrique Guerrero, asesor de Pedro Solbes, que se ha dejado ver junto a Gómez en el reciente viaje que éste ha realizado a Bruselas. En la “corte de los milagros” que acompañó a Gómez a la capital belga nombres de la cúpula del PSM como el de su presidenta, Delia Blanco, el de la secretaria de Organización, Trinidad Rollán, y el del hombre de Rubalcaba en Madrid, Félix García Lausín, amén del propio Sotillos y Guerrero. Y también los de la plana mayor del nuevo establishment del grupo socialista de la Asamblea de Madrid con Maru Menéndez a la cabeza, seguida de Adolfo Navarro, su inseparable Rosa Alcalá y una recuperada Elena Almazán. Un nutrido elenco, 13 personas en total, para arropar a Gómez en su primera incursión a la capital de la Unión Europea, visita que debía dar pie, además de para varias andanadas y titulares contra Esperanza Aguirre y a alguna propuesta como la de que Madrid albergue la sede de la Regiones de la UE, a una serie de encuentros, que no todos ellos se cumplieron, con insignes representantes de la UE y del PSOE. Hubo foto con Javier Solana, no la hubo con Joaquín Almunia, y por haber, hubo confidencias con Eneko Landaburu, quien no pudo satisfacer la curiosidad de Gómez sobre si Alberto Ruiz Gallardón será o no candidato en las próximas elecciones Europeas. Más ruido que nueces en esta primera salida del líder del socialismo madrileño, que desde su reelección pelea denodadamente por consolidar su imagen de alternativa a Esperanza Agurre. Algo en lo que está teniendo desigual fortuna, hasta el punto de que sus aldabonazos al modelo sanitario de la Comunidad de Madrid, no sólo le han proporcionado airadas críticas de sus opositores en el PSM (ese famoso 14% de iniciativa privada), si no que le han valido también auténticos varapalos por parte del PP en el Hemiciclo vallecano, en el que se le ha recordado con sorna y regocijo las privatizaciones que él mismo ha llevado a cabo en el Ayuntamiento de Parla.Una Asamblea de Madrid en la que recientemente quedaba escenificado quienes han pasado a engrosar el grupo de los proscritos del PSM. Y es que Gómez ha movido el banquillo de tal manera en el Hemiciclo autonómico que, saltándose aquello de la colocación, salvo los portavoces, por orden de lista, ha situado a sus críticos los últimos de la fila. Una burbuja de apestados que cierra el díscolo diputado Javier Gómez (aspiraba a liderar Móstoles). Por cierto, ¿que hacia recientemente este Gómez com-partiendo mesa y mantel con el polémico diputado del PP, Pablo Casado (su desafortunada intervención en el Congreso del PP de Madrid aún colea) en un conocido restaurante madrileño? Cosas de las juventudes, debe de ser.