Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
El presidente de Estados Unidos, George Bush, ha sido incapaz de transmitir a la sociedad americana la necesidad de su plan de acudir al auxilio del sector financiero ante la grave crisis desatada y que ha llevado a la bancarrota a varias entidades de su país. La gran mayoría de americanos no entiende que el dinero público se destine a grandes corporaciones mientras que ellos pasan verdaderos aprietos.
En España, tenemos una situación parecida en las formas aunque no en el fondo. Los españoles verían con incredulidad que el Gobierno o el resto de administraciones públicas inyectaran dinero en las empresas, mientras que una parte de los ciudadanos no llega a pagar su hipoteca o tiene verdaderas dificultades para llegar a fin de mes. El sector inmobiliario español se ha echado encima una imagen de especuladores a la que han contribuido de manera importante algunas administraciones públicas.
Al igual que en el caso de Bush en los Estados Unidos, el sector inmobiliario con el apoyo de las administraciones tiene el reto de cambiar esa imagen en la sociedad y mostrar que, durante muchos años, ha sido el motor de la economía española y una fuente importante de ingresos para la hacienda pública, las comunidades autónomas y las haciendas locales. Si consigue que se produzca ese cambio lógico de imagen, le será más sencillo conseguir por parte del Estado un mayor apoyo en manera de financiación para poder continuar con la producción y superar este mal momento.
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