Gema Fernández
Redaccion | Lunes 20 de octubre de 2014
Gema Fernández
La vivienda absorbe en la actualidad dos tercios de la riqueza total de las familias españolas y constituye la garantía de un tercio de los activos de las entidades de crédito. Y yo me pregunto, ¿con el tercio restante del capital familiar es posible vivir -y no me refiero a darse la 'gran vida'-?
Cierto es que, con el paso de los años, la sociedad se ha hecho más cómoda y considera necesarios algunos elementos que antes eran totalmente prescindibles. Muy pocos son los que optan por emanciparse sin tener primero un coche -necesario porque cada vez hay que irse más lejos a vivir-, sin poseer un DVD -como ya no vamos a tener dinero para ir al cine...-, y sin toda suerte de pequeños aparatos eléctricos, como microondas, cafetera, sandwichera... -el ritmo de vida actual impone la rapidez, incluso en las comidas, no me extraña que los dietistas se quejen de que estamos perdiendo las buenas costumbres impuestas por la famosa 'dieta mediterránea'-.
Sin embargo, no es menos cierto que los sueldos son bajos, los contratos ofrecen muy poca seguridad para el futuro, y que, por mucho que 'se venda todo', los pisos están por las nubes, y los alquileres son casi inexistentes, al menos a precios razonables.
¿Merece la pena endeudarse hasta las orejas para poder aferrarse a la supuesta seguridad que da la 'posesión' de una casa? ¿No estarán muchos españoles corriendo el riesgo de pedir un crédito al que no van a poder hacer frente si las cosas se tuercen? Y, llendo mucho más allá, ¿cómo podemos pagar un piso y aumentar el índice de natalidad?...